Trabajar con alumnos con patologías o lesiones, puede ser una de las mayores preocupaciones como instructora de Pilates, sobre todo cuando eres nueva.
Inquietudes como estas :»¿Y si hago algo mal?», «¿Y si se lesionan más?», o «A veces me siento incompetente porque no soy fisioterapeuta»… son con diferencia, de las que más se comparten en mis talleres y mentorías para instructores.
Algo que me parece completamente normal. Lo raro sería que no te hicieras esas preguntas.
La verdad es que no necesitas ser fisioterapeuta para ayudar a tus alumnos. Necesitas conocimiento, observación atenta y confianza en tu capacidad de guiar.
Si la mayoría de las veces impartes clases individuales, a lo mejor no te asaltan tantos miedos, ya que puedes concentrarte por completo en la persona que tienes frente a ti, averiguar que habilidades de movimiento necesita restaurar, elegir ejercicios específicos para ese objetivo y encontrar las mejores formas de mejorar su condición.
Pero la cosa cambia, y mucho, cuando se imparten clases en grupo, ya que este formato de clases no deja tiempo ni espacio para trabajar (tan a fondo como necesitas) en la problemática de cada alumno.
Lo mejor que puedes hacer en ese caso, es asegurarte de que no empeoren las cosas.
¿Cómo?
Te propongo diez cosas sencillitas para lograrlo:
1. No eres fisioterapeuta, pero sí puedes ayudar a alumnos con lesiones
No necesitas un doctorado en anatomía para hacer bien tu trabajo. Tu rol como instructora de Pilates, es guiar a tus alumnos con movimientos seguros y funcionales. Y aquí la clave es preguntar antes de actuar.
Cuando impartas una clase en grupo, pregúntales a cada uno de ellos si tienen alguna lesión o limitación que debas conocer.
Si te encuentras con una patología con la que no tienes experiencia, investiga esa noche o después de la clase para averiguar las contraindicaciones o precauciones de movimiento para esa lesión específica. Así sabrás qué debe evitar este alumno la próxima vez que asista a tu clase.
Piensa en variaciones de movimientos o progresiones alternativas que mantengan al alumno seguro.
Si no tienes una recomendación clara, mantenlo en ejercicios generales y seguros hasta que la tengas.
Por ejemplo, si alguien con dolor de espalda baja quiere entrenar pero no tiene indicaciones específicas de su fisio, empieza con ejercicios en el suelo que fomenten estabilidad y alineación. ¡Nada de Roll ups!
2. Usa un lenguaje claro y sin tecnicismos
Ten en cuenta que normalmente, un alumno con una lesión está nervioso y a veces asustado. Lo último que necesita es sentirse confundido.
Háblale claro y sencillo para inspirar cercanía y confianza.
En lugar de: «activa el transverso abdominal para estabilizar la columna«, prueba con: «activa el abdomen para proteger tu lumbar.»
Lo importante es que te entiendan y se sientan seguros con tus indicaciones.
3. Empieza con movimientos simples y observa
Menos es más.
No te precipites a buscar ejercicios «indicados». Primero, observa cómo se mueve tu alumno.
Pídele que haga algo sencillo como un bridge o una marcha en el suelo. Esto te dará pistas sobre su control y posibles compensaciones.
Por ejemplo, si un alumno con dolor de rodilla empieza a tambalearse en un ejercicio de pie, retrocede. Fortalecer glúteos y mejorar la alineación en ejercicios más controlados (como trabajo en decúbito) puede ser mejor punto de partida.
4. No huyas de los ejercicios, adáptalos
No elimines ejercicios por miedo. Mejor ajústalos.
Por ejemplo, si alguien tiene una hernia discal y te aterra ponerlo en flexión, prueba con un «Half Roll Back» con soporte en la pared o con un fitball para evitar tensiones innecesarias.
La clave es encontrar la versión del movimiento que funcione sin agravar la lesión.
5. Refuerza lo que hacen bien (y corrige con dirección clara)
Cuando un alumno está lesionado, su confianza también puede estar frágil.
No hagas comentarios tipo: «No, así no.»
En su lugar, dí algo como: «Tus hombros están bien alineados, ahora solo prueba a activar un poco más el abdomen.»
Pequeños refuerzos generan seguridad.
6. Pregunta, pregunta, pregunta
Tu mejor herramienta es la comunicación. Antes, durante y después de la clase.
Si un alumno dice que siente algo raro, no lo ignores.
Pregunta: «¿Es dolor o solo una sensación nueva?», «¿Te molesta más al moverte o cuando estás quieto?».
Sus respuestas te darán la información que necesitas para ajustar el ejercicio.
7. Confía en lo que sabes (pero sigue aprendiendo)
La confianza no nace de la nada, se construye con práctica y formación continua.
No necesitas saberlo todo, pero sí seguir aprendiendo. Toma cursos, consulta con otros profesionales y prueba en tu propio cuerpo las modificaciones que enseñas.
Mientras tanto, si un alumno te pregunta algo que no sabes, en vez de entrar en pánico, respira y responde: «Buena pregunta, lo voy a investigar y la próxima clase te lo explico bien.»
Eso es profesionalidad, no debilidad.
8. Diseña una estrategia de progreso
Ajustar no significa estancar.
Un alumno lesionado también necesita desafíos progresivos.
Por ejemplo, si un alumno con lumbalgia empieza con ejercicios de estabilidad en el suelo, cuando mejore podrías probar movimientos en cuadrupedia y luego progresar a trabajo de pie con resistencia.
9. Crea un ambiente seguro y cómodo
Tu espacio y actitud importan mucho.
Habla con calma, da tiempo para que los alumnos procesen tus indicaciones y asegúrate de que el lugar sea acogedor.
No subestimes el poder de una sonrisa y una actitud relajada.
10. Usa una guía de adaptaciones (tu «chuleta» personal)
Hazte una tabla con tres columnas:
- Tipo de lesión
- Movimientos a evitar
- Alternativas seguras
Por ejemplo:
Lesión | Evitar | Alternativas |
---|---|---|
Hernia discal | Flexiones profundas | Estabilidad, extensiones controladas |
Lumbalgia | Movimientos bruscos | Core activado, movimientos suaves |
Rodilla lesionada | Cargas excesivas en flexión | Trabajo en el suelo, fortalecimiento progresivo |
Tener esta información a mano te ayudará a sentirte preparada en cada clase.
Resumiendo
La confianza para enseñar Pilates a alumnos lesionados viene con la práctica y la preparación.
No necesitas ser una experta en rehabilitación, solo estar atenta, comunicarte bien y asegurarte de que cada movimiento tenga un propósito.
Si sigues estos sencillos pasos, ganarás seguridad y harás que tus alumnos confíen plenamente en ti.
Y ahora dime, profe…
👉 ¿Te sientes cómoda enseñando a alumnos con patologías o todavía te generan dudas?
👉 ¿Cuál crees que es el mayor reto al trabajar con ellos en clase?
Te leo en los comentarios
Marisa 🤗
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