Hoy quiero hablaros sobre el tejido conectivo, más resistente, fuerte y elástico de nuestro cuerpo: la fascia, y de como podemos y debemos entrenarlo, a través del movimiento, aprovechando sus propiedades elásticas de retroceso, fortaleciéndolo y mejorando su remodelación.  

Hace un mes realicé una formación, basada en el entrenamiento fascial, con Daniela Meinl «Fascial Fitness Master Trainer», que no me dejó indiferente. Después de haber procesado y puesto en práctica, todo lo que aprendí en este curso de Fascial Fitness, me gustaría haceros un pequeño resumen del fascinante y cada vez, menos desconocido, mundo de la fascia y de la importancia de mejorar las propiedades funcionales de un tejido que, no sólo conecta y envuelve todas las partes de nuestro cuerpo, sino que también es el mayor órgano sensorial, poblado de receptores y terminaciones nerviosas, y por lo tanto, sensible al movimiento y estimulable a través del mismo. 

La fascia es una estructura de tejido conectivo fibroso muy resistente, formada por fibras de colágeno y elastina, organizadas en varias capas, y distintas direcciones, que se extiende por todo el cuerpo, como una red tridimensional, conectando y envolviendo todas las estructuras corporales, y a la vez, separándolas entre sí. Desde músculos, articulaciones, huesos y órganos, hasta las fibras nerviosas y vasculares.   

Esta especie de red 3D, constituye un sistema fascial, activo, vivo, y resistente. que cumple funciones muy importantes en la biomecánica y metabolismo corporal.

Divido en 3 capas, justo debajo de la piel, encontramos la fascia superficial, compuesta de grasa y tejido conectivo, que envuelve y recubre todo el cuerpo como si fuera un traje de neopreno. Muy elástica y deslizante, determina y mantiene la forma de nuestro cuerpo y es muy importante para la regulación térmica, los cambios metabólicos y la protección de vasos y nervios.   

En la segunda capa, está la fascia profunda, que envuelve a los músculos, separándolos entre sí, y rodea a las aponeurosis musculares, hasta que se insertan en el hueso. Esta fascia, permite que los músculos y sus fibras se contraigan y se estiren con facilidad y que los músculos agonistas y antagonistas trabajen juntos sin inhibirse.  

Y por útimo, la fascia visceral, una membrana muy fina, que se encarga de envolver y proteger a los órganos, y les permite los pequeños movimientos fisiológicos, como el latido en el caso del corazón. La pleura pulmonar, y el pericardio, son dos ejemplos de fascia visceral.  

Para entender mejor esta división, puedes visualizar, una naranja o un limón, cuando los partimos por la mitad. La cáscara de la naranja seria nuestra piel, la piel blanca que hay justo debajo de la cascara seria la fascia superficial y las pequeñas pieles que separan en gajos la naranja, seria la fascia profunda. 

Ahora que más o menos tienes una idea de que és la fascia, veamos cuál es el papel que desempeña en el cuerpo humano.  

Además de dar soporte, protección y forma al organismo, el sistema fascial, funciona como un envoltorio resbaladizo que permite, que órganos, músculos, tendones, ligamentos, etc… puedan deslizarse uno sobre otro sin fricción.  

Sirve como aislamiento de las estructuras profundas del cuerpo, y participa en diversas funciones fisiológicas, desde el latido del corazón o la expansión de los pulmones, hasta la producción de colágeno en la cicatrización de las heridas.  

Gracias a las fibras onduladas de colágeno de las fascias, esta estructura puede estirarse y volver a su estado original de reposo, lo que le otorga una gran capacidad de movimiento y desplazamiento.   Su composición de fibras de colágeno y elastina, tienen las propiedades que dan a la fascia, esa capacidad de ser elástica o rígida según lo necesite el cuerpo.

Por ejemplo, una fascia que envuelve un órgano sera más elástica, y una fascia que envuelve un músculo será mas rígida, para ayudarle a soportar la carga mecánica.    La proporción entre las fibras de colágeno y elásticas, determina el grado de fuerza y elasticidad del tejido. que se adaptará a las diferentes fuerzas y tensiones, tanto de fuera como de dentro, manteniendo la integridad y armonía entre su capacidad de movimiento y deformidad, lo que se conoce como tensegridad  

Es fuerte, resbaladiza y húmeda, pero muy cambiante. Las malas posturas, la inactividad, la falta de flexibilidad, o a medida que nos hacemos mas mayores, las fascias se vuelven mas rígidas y deshidratadas.

«La fascia se adapta y cambia su arquitectura en función de las demandas a las que se le somete» (El-Labban et al 1993)

Resiste al sobreestiramiento y actúa como un freno anatómico ante el estrés, absorbiendo las fuerzas mecánicas que actúan a lo largo de sus fibras, y controlando el grado de tensión.    

Como ves, además de sostener y dar forma a nuestro cuerpo, son muchas las propiedades funcionales que posee la fascia. Sin embargo, el interés en su estudio y aplicación, es relativamente reciente. No se le ha prestado mucha atención a lo largo de los años, se podría decir que es “el elemento olvidado en el estudio del movimiento”, incluso se le ha denominado el «órgano cenicienta» por lo que, hay que tener en cuenta que estas teorías son recientes.  

A lo largo de la historia médica se ha asumido que los huesos eran nuestro marco, los músculos el motor, y las fascias solo el embalaje. Hasta que en el año 2007, tuvo lugar el primer Congreso de Investigación Fascial internacional, en la Escuela de Medicina de Harvard, que marco un antes y un después en el estudio del sistema fascial.

Investigadores como Tom Myers, Robert Schleip, Divo Müller y Wilbour Kelsick, presentan en este congreso, sus hallazgos sobre la importancia de la fascia, para el movimiento del ser humano, y consiguen atraer, una gran atención, de la comunidad médica, al mostrar que los tejidos fasciales son mucho más que transmisores pasivos de la tensión muscular. Empieza a hablarse de un tejido vivo, altamente adaptable, con mucha movilidad, que puede ser estimulado específicamente con ejercicios activos, y que por supuesto puede jugar un papel más importante en la medicina del aparato locomotor de lo que hasta ahora se supone.  

Esta evidencia de que la fascia es más que un envoltorio, muscular, fue el punto de partida, para empezar a pensar en su entrenamiento, con un objetivo muy claro, remodelar el tejido fascial a través del movimiento. Robert Schleip y Divo Gitta Müller describen los principales principios de entrenamiento, así como sus aplicaciones prácticas, en la primera publicación académica en abordar esta cuestión, en una revista científica. Contribuciones significativas en este objetivo fueron hechas por el terapeuta Thomas W. Myers (EE.UU.), el quiropráctico y ósteopata Wilbour Kelsick (Canadá), y los profesores de educación física alemanes Markus Rossmann y Stefan Dennenmoser, que desarrollaron un entrenamiento específico llamado Fascial fitness.   

Un método en el que he tenido la oportunidad de empezar a formarme y del que te hablaré más adelante en otro artículo, cuyo objetivo es mantener el tejido conectivo, elástico y resistente, de manera que funcione de forma efectiva, permitiendo el máximo rendimiento, fomentando la coordinación y la flexibilidad, el movimiento elegante y ofreciendo una herramienta más en la prevención de lesiones. 

…. Nos vemos en la próxima entrada.

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