Por qué tus indicaciones pueden ser la clave para el éxito de tus alumnos
Cuando cambias tus palabras, cambia tu enseñanza
¿Alguna vez te has parado a reflexionar cómo corriges a tus alumnos?
Yo tardé dos años en darme cuenta de que utilizaba mucho el «no» para corregir en clase, hasta que en una formación, el gran maestro Michael Fritzke, me hizo pensar en algo que, aunque parecía «un pequeño detalle sin importancia», cambió mi forma de enseñar Pilates para siempre.
Muchas veces, sin darnos cuenta, utilizamos indicaciones negativas para corregir. Me refiero a frases como:
- “No muevas la pelvis”.
- “No arquees la espalda”.
- “No te apoyes en los hombros”.
¿Te suena?
Aunque estas frases tienen la intención de corregir, pueden estar saboteando el aprendizaje de tus alumnos. ¿Por qué? Porque el cerebro no procesa correctamente el “no”, según nos explicaron en esa formación.
Así que cuando decimos “no muevas la pelvis”, lo que realmente queda grabado en su subconsciente es la idea de “mover la pelvis”.
¿Cómo te quedas?
No se tú, pero desde luego a mí se me encendió el «warning» cuando me enteré de esto y me di cuenta de cuanto lo utilizaba en mis clases: tenía que hacer un cambio en mi manera de comunicarme con mis alumnos y tenía que ser a la de ¡ya!.
A partir de ese momento, empecé a esforzarme por reformular los «noes» para convertirlos en indicaciones positivas, y los resultados fueron alucinantes: movimientos más fluidos, menos confusión y, sobre todo, alumnos más seguros y motivados.
Si todo esto resuena contigo, sigue leyendo porque vas a entender cómo la elección de tus palabras puede transformar tus clases y la experiencia de tus alumnos.
Por qué evitar las indicaciones negativas en Pilates
La forma en que te comunicas con tus alumnos tiene un impacto directo en cómo aprenden y aplican los movimientos de Pilates. Y es aquí donde debemos ser conscientes del efecto de las indicaciones negativas.
El problema del “no”
Es importante tener en cuenta que las indicaciones negativas pueden, reforzar lo que estamos tratando de corregir. Esto se debe a que nuestro cerebro, al parecer, no procesa adecuadamente el «no».
Existen diversos estudios neurocientíficos que demuestran cómo reacciona el cerebro a los segundos de decir o simplemente pensar una palabra. Según estos estudios, nuestro cerebro trasforma en imágenes las palabras que recibe y cuando escuchamos una palabra, lo ve como una imagen y no como un conjunto de letras.
La expresión negativa, no tiene una representación en imágenes para el cerebro, por eso cuando decimos “no quiero tal cosa”, el cerebro lo que ve es “esa tal cosa”.
Si nos llevamos esto a la clase de Pilates, cuando usas frases negativas como «No te encorves» o «No levantes los hombros», el cerebro de tu alumno no se enfoca en la prohibición, sino en la acción que estás mencionando. Es decir, lo único que escucha realmente es “encorvarse” o “levantar los hombros”. Esto no solo refuerza los patrones que queremos corregir, sino que también puede generar frustración y falta de confianza.
Imagina que estás aprendiendo algo nuevo y alguien te dice constantemente lo que no debes hacer. ¿Cómo te sentirías? Probablemente un poco perdido y más pendiente de evitar errores que de hacer las cosas bien. Tus alumnos no son diferentes.
Estrategias para transformar tus correcciones negativas en positivas (y más efectivas)
Cuando das una clase de Pilates, no solo estás guiando a tus alumnos físicamente, sino que también influyes en cómo se sienten respecto a sus propios progresos, por eso son tan importantes las palabras que eliges para hacerlo.
Si aprendemos a reformular nuestras correcciones para enfatizar lo positivo, estaremos ayudándolos a mejorar técnicamente, pero también a construir confianza y motivación. Aquí tienes tres estrategias que puedes implementar desde ya para evitar las correcciones negativas en tus clases de Pilates.
1. Enfatiza lo que quieres que hagan: Reformula los “noes”
En lugar de centrarte en lo que tu alumno está haciendo mal, piensa en el resultado que quieres lograr y ponlo en palabras claras y positivas. El cerebro de tus alumnos se conecta mejor con mensajes que les indiquen una acción concreta, en lugar de pararse a pensar en lo que deben evitar.
Por ejemplo:
- En vez de decir: «No muevas la pelvis», podrías decir: «Mantén la pelvis estable mientras te alargas hacia adelante».
- Cambia el: «No bloquees las rodillas» por: «Relaja las rodillas para que tengan movilidad».
Al reformular los “noes”, ayudas a tus alumnos a visualizar y ejecutar el movimiento deseado sin crear confusión o tensión innecesaria.
2. Repite la corrección en positivo (pero varía las palabras)
Es posible que tus alumnos no asimilen la corrección a la primera, ¡y eso está bien! Aprender Pilates implica tiempo y práctica. Por eso, en lugar de frustrarte y repetir lo mismo con un tono negativo, refuerza la indicación positiva con diferentes palabras. Así mantendrás la energía en la clase y evitarás que tus alumnos se sientan agobiados o «examinados».
Por ejemplo:
- Si necesitas que un alumno active su centro, puedes decir primero: «Piensa en conectar tus costillas con tu pelvis.» Si no lo consigue, intenta otra expresión como: «Siente cómo tu abdomen se ahueca en forma de cuchara.»
- Si tu alumno sigue dejando caer los hombros, en lugar de insistir con: «No encorves los hombros», intenta: «Imagina que estás creando espacio entre tus orejas y los hombros.»
Este cambio en las palabras hará que tus correcciones sean más claras y mantendrá la atención de tus alumnos, ayudándolos a interiorizar las indicaciones con mayor facilidad.
3. Corrige la acción, no a la persona
En Pilates, al igual que en cualquier proceso de aprendizaje, los errores son inevitables. Sin embargo, cómo abordas esos errores marca una gran diferencia. Es importante enfocarte en la acción que necesita mejorar, sin que tu alumno sienta que estás criticándolo a nivel personal. Evita comentarios que puedan etiquetar a tus alumnos o hacerlos sentir inseguros.
Por ejemplo:
- Cambia un: «Marisa, no hagas X movimiento» por: «Intentamos ajustar un poco el movimiento para que sea más controlado y fluido.»
Tu papel como instructor no es solo corregir, sino también motivar y tu objetivo debe ser que tus alumnos se sientan capaces y con confianza para seguir mejorando, paso a paso.
4. Refuerza positivamente los aciertos
El refuerzo positivo es una herramienta muy poderosa para mantener a tus alumnos motivados. Reconocer sus logros, por pequeños que sean, les ayuda a concentrarse en sus progresos y no en sus fallos. Además, aumenta su seguridad y los anima a seguir esforzándose.
Por ejemplo:
- Si notas que un alumno finalmente logra estabilizar su columna, dilo en voz alta: «¡Eso es! Ese es el control que buscábamos. Buen trabajo.»
- Hazles saber que sus esfuerzos no pasan desapercibidos: «Tu alineación en este ejercicio ha mejorado muchísimo desde la última clase. Felicidades por tu constancia.»
El truco está en ser específico al hacerlo. Señala exactamente qué están haciendo bien para que puedan repetirlo en el futuro. Si tus alumnos se sienten valorados, estarán más receptivos a tus indicaciones y más motivados para seguir aprendiendo.
¿Quieres empezar a implementar estas estrategias en tus clases? Aquí tienes una pequeña lista para revisar mientras enseñas:
✅ Reformula los “noes” en mensajes positivos y concretos.
✅ Usa metáforas o imágenes que ayuden a tus alumnos a visualizar el movimiento.
✅ Cambia las palabras de tus correcciones si no funcionan a la primera.
✅ Felicita a tus alumnos cuando logren un avance, por pequeño que sea.
✅ Enfócate siempre en corregir la acción, no a la persona.
El lenguaje que usamos como instructores puede cambiar por completo la experiencia de nuestros alumnos. Si este tema te interesa tanto como a mí, en mi libro El Mat hablado exploro a fondo cómo conectar con tus alumnos a través de una comunicación más efectiva y positiva. Estoy segura de que encontrarás herramientas útiles que transformarán tus clases.
Enseñar Pilates es mucho más que guiar movimientos. Para mí, se trata de crear un espacio donde los alumnos puedan aprender, crecer y sentirse seguros en su propio cuerpo. Y tus palabras son una herramienta fundamental para lograrlo.
Con este post quiero recordarte que, como instructor, tienes el poder de marcar una diferencia en la experiencia de aprendizaje de tus alumnos. Cada palabra cuenta, y cada corrección puede ser una oportunidad para motivar y construir confianza.
Así que mi invitación es esta: en tu próxima clase, intenta cambiar al menos una corrección negativa por una positiva. Observa cómo tus alumnos responden y cómo esto afecta la dinámica de la clase. Estoy segura de que notarás una gran diferencia.
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Gracias por estar al otro lado y ser parte de esta comunidad. 💙
Marisa Rodriguez