Hablamos mucho sobre la columna en las clases de Pilates, nombrando sus curvaturas, sus segmentos, que movimientos nos favorecen, cuales nos perjudican… por eso me parece interesante dedicar el post de hoy, a hacer una breve presentación de esta estructura que nos sirve de sostén permitiendo el movimiento de nuestros miembros.
La columna vertebral tiene como principal misión ser el sostén del tronco y de la cabeza, y permitir las inserciones de diferentes estructuras musculares, tendinosas, articulares y ligamentosas, que sustentan otras, como la cavidad torácica o abdominal.
Es decir nuestra columna es el apoyo para los órganos del cuerpo y para el movimiento de los miembros.
Está formada por 33 vértebras, 24 de ellas móviles y 9 fijas que forman el sacro y el coxis.
No se trata de una estructura rígida, sino de una serie móvil de vértebras, conectadas por varias capas de músculos que enlazan una vértebra con otra a lo largo de toda la extensión de la columna. A la parte torácica se le unen las costillas, por lo cual esta zona es menos flexible que las demás. Toda vértebra puede moverse hacia delante, hacia detrás y hacia los lados, rotar hacia la derecha y hacia la izquierda.
Debido a la carga progresiva que sufre la columna por el peso de las estructuras superiores, los elementos de sostén (cuerpo vertebral y sus discos amortiguadores) van aumentando de tamaño a medida que descendemos, siendo las vértebras lumbares las más grandes.
Cada disco dispone de un anillo fibroso cuyas capas envuelven al núcleo pulposo, con una disposición cada vez más oblicua según nos aproximamos al centro y dispuestas alternativamente en direcciones opuestas formando una malla fibrosa muy firme. El anillo fibroso se inserta en las capas cartilaginosas de las mesetas de los cuerpos vertebrales.
Para la movilidad tenemos articulaciones con poco movimiento, pero que sumadas entre ellas proporcionan la necesaria amplitud. Las apófisis articulares unen los arcos óseos posteriores, tienen diferente orientación de arriba abajo, lo que implica diferente movilidad (desde la zona cervical con 60º de inclinación, hasta la zona lumbar con 90º).
Los ligamentos intervertebrales mantienen la integridad articular durante el movimiento. Son varios, el ligamento vertebral común anterior «LVCA» que se fija directamente sobre los cuerpos vertebrales; el posterior «LVCP» lo hace sobre los discos intervertebrales; el ligamento amarillo, que toma ese color por su constitución elástica y grasa; y los ligamentos interespinosos e intertransversos. En determinadas zonas de la columna hay otros ligamentos, como en la zona cervical, en la zona dorsal uniendo las costillas y en la zona sacroilíaca que dispone de fuertes ligamentos para garantizar su estabilidad.
La columna vertebral debe tener cuatro curvas naturales: lordosis cervical -detrás del cuello-, cifosis dorsal -detrás de la caja torácica-, lordosis lumbar -en la parte baja de la espalda-, conocida también como lumbar, y cifosis sacro-coccígea. Estas curvas pueden deformarse, es decir, ser más cerradas o más abiertas de lo debido como consecuencia de malas posturas, malos hábitos, de lesiones, o de haber practicado deportes que desarrollan los músculos del cuerpo de manera irregular.
La transición entre dos porciones de la columna se conoce como «charnela». Son zonas de máxima movilidad y tensión, por lo que suelen presentar degeneración precoz y mayor riesgo de lesión. La más superior es la charnela cérvico-occipital, entre C1 y C2, zona donde se produce gran parte de la flexoextensión y las dos terceras partes de rotación del cuello.
A continuación la cervicotorácica C7-D1, donde se produce el paso entre una zona de gran movilidad, el cuello, a otra de movilidad más reducida.
Sigue luego la charnela torácicolumbar entre D11 y D12, donde se produce el 80% de la rotación del tronco.
Finalmente la zona lumbosacra L4 a S1 donde tenemos la máxima tensión por el enderezamiento del tronco.
Los nervios raquídeos son 30 pares. Las ramas anteriores constituyen plexos en la zona cervical, braquial, lumbar y sacra. En el tórax quedan como nervios intercostales. La rama dorsal se divide a su vez en una medial que se desplaza en contacto con las apófisis articulares posteriores, y una lateral que se dirige a los músculos largos por fuera.
Como ves la columna vertebral no es un pedazo de hueso recto y duro, sino un fascinante conjunto de partes móviles que nos sirve de sostén. Con el paso de los años, el desgaste general de los discos o las malas posturas pueden acabar dañándola seriamente. Todo esto se puede evitar mejorando los hábitos posturales y de movimiento adecuados.
El método Pilates puede mejorar y mantener un buen estado en la columna, e incluso rehabilitar diferentes alteraciones motrices, siempre que se trabajarse de la manera adecuada, porque de lo contrario sería contraproducente. Busca siempre profesores certificados y atención lo más personalizada posible.
Y ahora que conoces un poquito más «intímamente» tu columna vertebral seguro que entiendes porqué es necesario cuidarla tanto. Recuerda que sólo tienes una y debe durarte toda la vida….
«Un hombre es tan joven como lo sea su columna vertebral». –
J.H.Pilates, 82 años
Marisa Rodriguez directora y profesora de Pilates y SGA en enesencia