Hace unos días una instructora me escribió por Instagram. Me contaba que hacía poco tiempo que se había certificado en Pilates clásico y estaba muy frustrada.
En las entrevistas de trabajo, lo único que le pedían era que fuera “creativa”, porque —según le decían— el Pilates clásico es muy repetitivo y los clientes se aburren.
Eso la ha llevado a pasar horas buscando ejercicios nuevos en YouTube, Instagram o TikTok, intentando encontrar esa chispa de inspiración para que sus clases fueran “diferentes”.
Y, por desgracia, sé que no es un hecho aislado. Muchos profes viven con esa misma presión: la idea de que para ser buenos instructores necesitan estar innovando todo el tiempo.
Como instructores de Pilates, es fácil caer en la trampa de creer que para dar buenas clases tenemos que crear ejercicios nuevos, variar constantemente y sorprender siempre a nuestros alumnos.
Es lo que yo llamo la “zanahoria del instructor”: la promesa de que la creatividad infinita es la clave del éxito.
Y si lo piensas, no es para menos. Te están poniendo todo el tiempo delante la zanahoria de que tienes que ser creativo y tus clases tienen que ser entretenidas, divertidas… Sino, no vas a tener motivación y te vas a quemar. 🙄
¿Te suena? Esa sensación de que si no inventas algo nuevo cada semana, tu clase va a ser aburrida.
Pero para mí, que llevo 22 años practicando y 17 enseñando Pilates clásico, la verdad es otra: no necesitas más ejercicios para dar clases de Pilates que funcionen de verdad. Lo que necesitas es estructura, progresión, repetir con intención y confiar en el método.
El profesor de Pilates clásico puede repetir un ejercicio muchas veces, pero siempre con matices para que el alumno pueda conectar con el movimiento de manera más profunda.
Activando una musculatura distinta…
Cambiando la respiración…
Con diferente ritmo…
Con más carga…
Con menos palanca…
Y de repente, ese mismo ejercicio se vuelve más potente, más profundo. Encuentras sensaciones en los mismos ejercicios que nunca habías sentido y esos pequeños cambios, repetidos estratégicamente, te llevan a la siguiente progresión.
Por eso es tan importante respetar el orden y no progresar a un ejercicio sin haber dominado el ejercicio anterior.
La falsa promesa de la creatividad constante
Vivimos rodeados de mensajes que nos dicen:
- “Sé creativo en cada sesión.”
- “Tus clases tienen que ser divertidas.”
- “Introduce variaciones, implementos y posturas nuevas para mantener la motivación.”
Y claro, acabamos creyendo que nuestra valía como instructores depende de lo originales que seamos. Pero esta búsqueda constante de novedad tiene un problema: el cuerpo del alumno no asienta fundamentos.
Ahora este ejercicio nuevo…
Ahora con esta postura…
Con estos implementos…
Variar y variar sin sentido ni razón alguna. Innovar solo para mantener el nivel de novedad en cada clase. El problema de esto es que el cuerpo de tu alumno siempre está aprendiendo algo totalmente distinto y no puede asentar las bases necesarias para integrar los movimientos.
¿Cómo va a integrar un patrón de movimiento si nunca lo repite?
El poder de la repetición en el aprendizaje
La técnica de cualquier disciplina —sea Pilates, danza o atletismo— se construye a través de la repetición.
Piensa en un bebé, se cae cien veces antes de dar su primer paso. Y cuando por fin empieza a andar, lo hace sin tener que pensarlo porque el movimiento se ha automatizado a través de la repetición y la práctica.
En Pilates clásico ocurre lo mismo. A través de la práctica repetida, primero imperfecta y luego cada vez más refinada, el cuerpo genera cambios profundos en sus patrones de movimiento. Y llega un momento en el que ya no tienes que “pensar” en hacerlo: simplemente lo haces, de forma eficiente, fluida y con un gasto mínimo de energía.
La clave: estructura y claridad
Joseph Pilates lo tenía muy claro: no progreses a un ejercicio más complejo hasta que no domines el anterior.
Por eso el orden importa, y mucho.
Cuando tus clases tienen una estructura clara y progresiva:
- tus alumnos aprenden a moverse naturalmente,
- entienden el propósito de cada ejercicio,
- practican los fundamentos,
- integran los movimientos,
- y sienten cómo avanzan de forma real.
Y lo mejor: todo esto sin necesidad de un catálogo infinito de variaciones y ejercicios novedosos.
Tips para dejar de perseguir la “zanahoria”
Aquí te comparto algunas ideas que pueden ayudarte a liberarte de esa presión de la creatividad sin fin:
- Define el propósito de tu clase. Antes de planificar, pregúntate: “¿Qué quiero que mi alumno se lleve de esta sesión?” Eso te dará foco.
- Trabaja con progresiones. No necesitas inventar un ejercicio nuevo cada día: basta con adaptarlos y/o deconstruirlos según el grupo o alumno que tengas delante.
- Valora la repetición. Repetir no significa aburrir. Es dar al cuerpo la oportunidad de integrar y mejorar.
- Explica el porqué. Cuando tus alumnos entienden la razón detrás de un ejercicio, se implican más, aunque lo hayan hecho muchas veces.
- Respeta el orden clásico. El sistema ya está diseñado para llevar al alumno desde la base hasta la complejidad. Confía en él.
La verdadera motivación
La motivación no nace de la novedad constante, sino de la sensación de progreso.
Tus alumnos se motivan cuando sienten que avanzan, que dominan lo que antes les costaba, que el movimiento fluye mejor cada semana.
Y eso se consigue con estructura, progresión y repetición. No con un catálogo infinito de ejercicios “innovadores”.
Imagina dos clases:
- En la primera, el instructor cambia cada semana los ejercicios, introduce implementos al azar y busca siempre sorprender. Los alumnos se divierten, sí, pero después de meses no sienten una mejora clara en su cuerpo.
- En la segunda, el instructor mantiene una estructura estable, trabaja siempre los mismos fundamentos y añade progresiones cuando ve que el grupo está preparado. Al cabo de unas semanas, los alumnos sienten cómo su centro se fortalece, su postura mejora y su movilidad aumenta.
¿Cuál de las dos crees que recordarán y valorarán más a largo plazo?
En resumen
👉 No necesitas más ejercicios de Pilates.
Para ser un buen instructor de Pilates lo único que necesitas es un sistema de enseñanza claro, progresivo y repetido lo suficiente como para que el cuerpo integre de verdad los patrones de movimiento.
Deja de perseguir la zanahoria de la creatividad sin fin. El camino está en la práctica constante, en el respeto al método y en confiar en que lo simple es lo que transforma.
👉 ¿Tú también has sentido la presión de “tener que ser creativo” en cada clase? Cuéntamelo en los comentarios.
Marisa Rodríguez
Profesora certificada del método Pilates