Principios de Pilates

El efecto de entrenar las fascias. Un pequeño gesto con una GRAN consecuencia.

Son las 10 de la mañana, comenzamos la primera clase de Pilates del día en el estudio. Sobre el mat, una pequeña pelota sensorial de descarga, y como objetivo, descubrir la importancia que tiene la fascia y como afecta en el movimiento.   Empezamos de pie tomando conciencia de la postura, observando que sensaciones nos produce….

«Coloca las piernas al ancho de las caderas con tus pies justo debajo de las rodillas mirando al frente. Toma conciencia de como apoyan y de la sensación que te produce tu postura erguida, sobre la pelvis, las caderas, los glúteos, las piernas, las rodillas, tus pies y tu espalda, e intenta memorizar estas sensaciones. Ahora, articula la columna vértebra a vértebra mientras ruedas lentamente hacia el suelo intentando tocarlo con las manos. Observa cómo se mueve. Sí tal vez notas tensión en alguno de sus segmentos, lumbar, dorsal, cervical. Observa también que ocurre en la parte posterior de tus piernas, y si se produce, o no, tensión en los músculos isquiotibiales y/o gemelos, incluso en el tendón de Aquiles. Pon atención en las articulaciones, rodilla, tobillo. Observa si se mantienen alineados, o se desplazan hacia dentro o hacia fuera. Lentamente vuelve a crecer hacia el techo y repite 4 veces más este movimiento intentando memorizar todas las sensaciones que te va produciendo».

Es el momento, de trabajar sobre la fascia del pie y ver que ocurre. Les pido a mis alumn@s que coloquen la pelota bajo la planta de su pie derecho para trabajar la liberación de la fascia plantar con unos sencillos pero efectivos ejercicios.   Enseguida notan la primera diferencia, el pie que acaban de trabajar “está como más ancho” me comentan.

Como consecuencia del masaje con la pelota de descarga el peso se ha distribuido por toda la planta del pie y se percibe también el cambio en la carga sobre el talón, metatarso, e incluso los dedos. La pelvis, la cadera y la pierna, están como «mas largos«, «menos pesados«, sin tensión.

Les pido que de nuevo intenten tocar el suelo con las manos y se produce una risilla generalizada… «!pero si tengo el brazo derecho más largo que el izquierdo!» me comentan con asombro. Perfecto! pienso. Vamos por buen camino. Sigamos observando…  

Trabajamos ahora en el pie izquierdo y volvemos a tomar conciencia de la postura…

«Observa si algo ha cambiado de nuevo en tu pelvis, en tus caderas, tus rodillas, los músculos de tus piernas, tu espalda, incluso tus hombros y el cuello, y vuelve articular tu columna vértebra vértebra hacia el suelo mientras pones atención a las sensaciones que te va produciendo el movimiento, e intentas compararlo con el inicio de la clase».

Y ahí está… La diferencia es notable. El objetivo está cumplido. El concepto «globalidad» hoy ha quedado comprendido e integrado.   Mediante el masaje miofascial, no sólo hemos «estirado» y «soltado» la fascia plantar beneficiando nuestra movilidad, nuestros músculos y nuestra postura. Además hemos entendido la función de la fascia, como elemento de unión entre la superficie y la profundidad del cuerpo y hemos comprobado como su estado determina nuestra postura y un adecuado movimiento de nuestra estructura corporal.  

La fascia plantar es una estructura de tejido conectivo que une el talón con las primeras falanges de los dedos. Responsable, junto con otras estructuras del pie, de mantener el arco plantar, absorbe y devuelve la energía que se produce cuando el pie impacta contra el suelo.

Mantiene una relación funcional con el tendón de Aquiles y toda la cadena posterior de la pierna, por lo que se encuentra sometida a una tensión mecánica constante y acortamientos, que perjudican el correcto funcionamiento del músculo y pueden producir alteraciones mecánicas de la columna lumbar y pelvis.

Envuelve músculos, tendones y ligamentos, por lo que la retracción de la fascia plantar desembocará en un músculo tenso y contraído, que si permanece en ese estado por un tiempo prolongado se acortará, convirtiéndose en un freno para el movimiento y produciendo rigidez articular. A su vez, estas tensiones crónicas se transmiten a través de la red de membranas que componen la fascia, produciendo alteraciones globales de una o varias cadenas musculares, una de las principales causas de desalineamientos en nuestra estructura corporal.   

Como ves la fascia plantar tiene mucha más importancia de la que se la presta.  Todas estas situaciones a las que se ve sometida la fascia, si se producen de forma continuada, poco a poco irán alterando su composición, como una pequeña bola de nieve que va creciendo poco a poco, mientras rueda por la ladera de una montaña nevada cargando con diminutos copos, hasta convertirse en un bolón del tamaño de una roca que podría sepultar un edificio.

El tejido conectivo puede cambiar, puede dañarse, se puede inflamar, o contraerse, produciendo en consecuencia disfunciones en su capacidad de movimiento y flexibilidad, y por lo tanto, transmitiendo dolor, ya que el sistema fascial se encuentra plagado de receptores nerviosos.   Hoy, hemos podido comprobar en clase, como ese «efecto bola de nieve», se puede evitar con un pequeño gesto, que tendrá una gran consecuencia. El masaje miofascial o liberación miofascial.

Ese pequeño gesto de masajear y presionar la fascia del pie con una pelota de descarga, ha liberado posibles “bloqueos” devolviendo la elasticidad y movilidad a toda la estructura corporal. ¿No te parece una gran consecuencia, para algo que requiere tan poco tiempo y esfuerzo?  

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