El «boom mediático» que en los últimos años está teniendo el método Pilates ha disparado la demanda de clientes y como consecuencia todo el mundo quiere sacar tajada de este «negocio en auge».

Clases masificadas en los gimnasios, centros culturales, asociaciones de vecinos donde no se practica el método Pilates, sino una repetición indiscriminada de protocolos de ejercicios y rutinas pre-diseñadas sin valoración previa, sin criterio y de forma descontrolada, sin la supervisión de profesionales bien formados y especializados en el auténtico método, en las que todos los alumnos de la clase hacen los mismos ejercicios al mismo tiempo sin tener en cuenta las necesidades personales, y eso queda muy lejos de ser Pilates por mucha etiqueta que se le ponga.

Cada vez que es mas frecuente escuchar «yo también hago Pilates» y como la gente comenta la impresión de sus primeras clases de Pilates con frases como «Estaba perdida, no sabía cuando tenía que coger o soltar el aire»… ó «Terminé con  un dolor de cuello y de lumbares que … ¡claro que tenías que ver a mi monitor, era muy exigente, ¡madre mía que posturas! tenía que tirar con toda mi fuerza para poder hacerlas»

A ninguna de estas personas les habían dado una clase de Pilates, solo han realizado una serie de movimientos inocuos que nada tienen que ver con el método y sus principios a riesgo incluso de lesionarse. Nadie les había explicado como realizar una respiración correcta, como estabilizar la pelvis o las escápulas, como articular la columna correctamente, como realizar movimientos controlados y fluidos y no mecánicos y bruscos. Y es que el método Pilates es mucho más que realizar un teaser a cualquier precio.

Entender la filosofía de este método es fundamental para realizarlo sin peligro y eso tienen que enseñártelo. Hay que dejar de jugar a hacer Pilates por muy lucrativo que sea y tomar el Método como lo que es, una valiosa herramienta para mejorar y reeducar la salud postural de los alumnos y no para empeorarla.

Es ahí donde se define la diferencia entre aprender el método Pilates o realizar ejercicios de Pilates ¡¡no es lo mismo te lo aseguro!!. Para mucha gente es suficiente pués nunca han hecho ejercicio, pero cuando toman una clase con un profesional bien formado aprecian la diferencia y notan enseguida los resultados.

¿Como puedes estar seguro de que estás practicando el método Pilates y no un «repertorio de ejercicios pilates»? La diferencia no la marca el dónde, da igual si el centro es más grande, más bonito o está en el barrio más céntrico de la ciudad. Tampoco es quién, no hay ninguna diferencia entre Pilates impartido por fisioterapeutas o por instructores, siempre que ambos estén formados en buenas escuelas del método. Así como el hábito no hace al monje, los títulos tampoco hacen al profesional, que no te engañen las etiquetas. Lo que marca la auténtica diferencia es el cómo.  

Te cuento los detalles que marcan la diferencia y cómo debería ser tu clase de Pilates


Los principios constituyen la base de los ejercicios y deben estar presentes. Es completamente necesario para comprender el verdadero significado de los objetivos que se persiguen con la práctica del método Pilates y esto es lo primero que deben enseñarte. 

Las primeras clases deben encaminarse a construir la base, los cimientos sobre los cuáles has de realizar después cada movimiento. Aprender a estabilizar tus escápulas, tu pelvis, a mantener una correcta alineación de la cabeza, conectar correctamente el centro, disociar movimientos son las claves necesarias para la correcta ejecución de los ejercicios. En Pilates cada movimiento tiene un propósito y conocerlo es vital.   

Los ejercicios se realizan de forma lenta, coordinada y controlada. Cada movimiento tiene una función y un propósito específico y el control es esencial. No se realizan movimientos bruscos, con el objetivo de favorecer un ejercicio más efectivo y evitar lesiones.   

La calidad debe primar sobre la cantidad. De nada sirve repetir veinte veces el mismo movimiento si no conseguimos llevarlo a cabo como es debido, si no aplicamos los principios. En el método Pilates menos es más. Se realizan pocas repeticiones pero esforzándonos por hacerlas correctamente.  

La clase debe transcurrir con continuidad y fluidez. Los ejercicios deben ser realizados ni muy rápido ni muy lento, de tal modo que durante las sesiones unos ejercicios conduzcan a otros de forma encadenada, evitando rupturas o cambios bruscos. De este modo se logra combatir la rigidez y se sigue un ritmo natural y adecuado evitando el riesgo de lesiones en las articulaciones. En Pilates no existen movimientos aislados o estáticos, sino que se sigue el fluir natural del cuerpo.

Las correcciones tanto verbales como táctiles están siempre presentes en cada clase y son fundamentales para que el movimiento sea seguro y eficiente. Y con esto no me refiero a que el profesor ejecute los ejercicios a la vez que los alumnos para que «le sigan», sino a que te ayude a entender el objetivo del ejercicio utilizando todos los recursos necesarios para ello. Demostración visual si fuese necesaria,  indicaciones verbales que te guíen en el movimiento, utilización de imágenes que te ayuden a visualizarlo o colocar sus manos allá donde se necesita que muevas o estabilices.

Tú no tienes que adaptarte al ejercicio, sino que el ejercicio debe ser adecuado para tí. Si no puedes realizarlo o te provoca alguna molestia hacerlo, no obtendrás por respuesta «no lo hagas» cuando se lo comentes a tu profesor. El sabrá modificarlo y adaptarlo a tus necesidades físicas para que puedas progresar y evolucionar correctamente sin lesionarte, sin tener que quedarte parado mirando como lo hacen tus compañeros. De ahí que el método Pilates se divida en varios niveles de dificultad. No irás de cero a cien en un mes, sino que irás progresando y avanzando en cada uno de ellos paso a paso, lento pero seguro.   

En una clase de Pilates no se busca que aprendas de memoria siempre los mismos ejercicios repetidos de manera indiscriminada sin ningún tipo de lógica o fundamento. El objetivo es que a través de los principios tomes conciencia de tu cuerpo, aprendiendo a diferenciar claramente lo que te hace sentir bien o mal, atento a los cambios que se van produciendo en tu postura, como se estiran tus músculos, o como se mueven tus articulaciones y tu columna, respetando la regla de oro del método: «el no dolor». Esencial para entender porqué una buena postura y un movimiento eficiente te cambiaran la vida. 

En definitiva cuando practiques el verdadero método Pilates sentirás que es un método de movimiento consciente, no una tabla de ejercicios de fitness. Lo que importa no es cuantos ejercicios o cuantas repeticiones se pueden realizar, sino la calidad de estos. Cuanto más reducido sea el grupo más facilitará que sea homogéneo y más se ajustará a tus necesidades. El objetivo de cada clase será adaptar la técnica a la persona y no al revés.   La clave de su éxito radica en ponerse en forma, curar lesiones o entrenar a fondo de una forma suave, diferente y muy agradable . No se basa en el esfuerzo físico ni en la quema de grasas a cualquier precio, sino en un enfoque de la actividad física, donde prima la reeducación postural y la calidad del movimiento a través de los principios del método.

Si tus clases de Pilates no te producen esta sensación, siento mucho desilusionarte ¡TU NO ESTÁS HACIENDO PILATES!

Los pequeños detalles marcan la diferencia y en la diferencia esta la clave.

Marisa Rodriguez, profesora de Pilates y fundadora de enesenciamovimiento

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