Vamos, se sincero… rotundamente no. Probablemente has ido en busca de mejorar la postura, aliviar los dolores de espalda o encontrar una manera de recuperarte de una lesión. Ni por un momento pensaste que practicando Pilates, también tus pies iban a salir beneficiados.
No hay que ser un experto en reflexología para darse cuenta de que el pie esconde la clave para aliviar el estrés y tener el resto del cuerpo feliz. Te invito a que lo compruebes, la próxima vez que vuelvas de compras o de trabajar. Líberate de los zapatos y los calcetines y con los pies descalzos agarra la alfombra, (o una toalla sirve, si no tienes alfombra en casa) con los dedos y después relájate ¿A que es muy agradable?
El pie contiene 52 huesos y mas de 76 músculos y ligamentos. Más de una cuarta parte de los huesos del cuerpo están en los pies. La mayoría son pequeños y delicados y aun así todos los días cargan con el peso de nuestro cuerpo, equivalente a cientos de toneladas de fuerza, sin pararnos a pensar ni un minuto en su bienestar. Constituyen la construcción mecánica más compleja del cuerpo humano y resultan muy importantes para desarrollar sin problemas el trabajo de andar, correr y saltar.
¿Te has parado a pensar cuanto tiempo al día les dedicas? Pues ellos a ti, todo el día. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, a parte de soportar el peso de nuestro cuerpo, aguantan muchas alteraciones a las que no damos importancia hasta que no se convierten en un problema. Cuando te lesionas el pie empiezas a darte cuenta de lo difícil que es la vida cuando el simple hecho de andar se convierte en un problema.
Como veras, los pies son una maravilla de la biomecánica y para mantenerlos así necesitas empezar a trabajar los músculos que controlan su movimiento. Por eso cuando practiques Pilates debes prestarles mucha atención y darles la importancia que se merecen.
La mayoría de los ejercicios, solicitan una determinada postura del pie, esto significa que el pie no vaya suelto o sin tono, para poder fortalecer y acondicionar sus músculos, al igual que lo hacemos con otras partes del cuerpo. El principal objetivo en Pilates, es movilizar y fortalecer todo el cuerpo, desde tu coronilla hasta tu dedo pequeño del pie. Pon la misma atención para mantenerlos «activados» que pones en mantener tu centro y tus escápulas «conectados» o en mantener la pelvis estable. No te preocupes si al principio, sus músculos no responden cuando son solicitados con exigencias especiales, o si se acalambran o agarrotan. No están acostumbrados a «ejercitarse». Pero al igual que sucede con los abdominales, se necesita tiempo y práctica para que los pies desarrollen el tipo de fuerza funcional e integradora, que buscamos con el Método.
En una clase de Pilates, además de otros ejercicios específicos de movilización, hay tres posturas de los pies que son más importantes de lo que tú crees. «Flexionar, apuntar y alargar»
Pie en punta. Estirado, apuntando sin forzar. La mayoría de los ejercicios solicitan esta postura. Un estiramiento suave y moderadamente apuntado que trabaja los músculos de la parte superior de la pierna, cadera y glúteos al tiempo que fortalece y acondiciona los músculos del pie. Estira el dedo gordo del pie hacia un punto de la pared y que el resto del pie siga el movimiento. Notarás que este «estiramiento» se ha propagado a toda la pierna. De ahi la expresión «proyecta tu pierna hacia la pared»
Pie en flex. Flexionar el pie casualmente o sin intención, parece fácil. Pero cuando en Pilates, un ejercicio solicita una flexión del pie, la cosa cambia. Vamos a comprobarlo: Flexiona el pie desde el talón realizando una retracción de los dedos hacia la pierna, apuntando hacia la tibia (espinilla), y tan simétricamente como puedas. Ahora flexiona el pie naturalmente, o sea, sin tratar de hacer nada especial con los dedos. Observa lo que ocurre, a diferencia de lo ocurrido cuando lo hiciste simétricamente y de una manera deliberada. ¿Notaste como se activaron los músculos del pie y de la pierna?. En el primero de los casos, al flexionar el pie de una manera conciente fortaleces los músculos del pie y pierna creando una alineación idónea y obteniendo con ello una reeducación postural que te va a permitir caminar con mayor eficacia y funcionalidad.
Apuntar con el pie. Cuando un ejercicio de Pilates te solicite «apuntar el pie», debes estirarlo y curvarlo en posición arqueada, mientras diriges tu atención y energía sobre una línea imaginaria pierna abajo que llega hasta el dedo gordo del pie. Esta posición puede provocarte calambres y agarrotamiento cuando lo intentas por primera vez. Si esto ocurre, no se te ocurra forzar el movimiento a través del calambre. Relaja y cuando se desaparezca el calambre, vuelve a intentarlo dirigiendo conscientemente tu respiración hacia el pie en el momento de apuntarlo. Ten paciencia, como todo en Pilates, es cuestión de práctica y perseverancia.
En definitiva, como te comentaba al principio de esta entrada: «Los pies son una maravilla de la biomecánica y para mantenerlos así necesitas empezar a trabajar los músculos que controlan su movimiento». De manera que….
«La próxima vez que pongas los pies en alto, dales trabajo».
2 comentarios
Gracias por la información, hasta que no tuve este problema que me aqueja nunca lo había pensado. Tu explicación fue de mucha ayuda. Muchas gracias!
Karina de Mar del plata
¡Y no sabes como me alegro de que haya sido útil para tí! 🙂