Si has llegado hasta aquí, probablemente te hayan diagnosticado una protusión discal, así que voy a intentar explicarte, sencilla y brevemente, qué es y como se produce esta patología del disco intervertebral.
La protusión discal consiste en un abultamiento localizado o difuso de la cara externa del disco, producida por una alteración degenerativa del anillo fibroso, a pesar de que las fibras del mismo permanezcan intactas.
Cuando esta protusión sigue evolucionando se convierte en una hernia discal, que se produce cuando el material progresa a través del anillo con rotura de las fibras del mismo, tal y como explico en esta entrada.
La degeneración discal con deshidratación del núcleo, hace que el espacio intervertebral disminuya, produciendo un aplastamiento del disco, y presionando a las estructuras del conducto vertebral, dando síntomas dolorosos, más difusos y ocasionales que en los casos agudos de hernias.
En esta imagen se puede apreciar el proceso:
Al igual que ocurre con las hernias discales, la protusión al ser un problema de compresión, se debe aliviar y tratar con ejercicios de elongación axial, para conseguir la descompresión mediante el alargamiento intervertebral.
En este sentido, la práctica del método Pilates es muy aconsejable en este tipo de patologías, ya que muchos de sus ejercicios trabajan la elongación axial, la articulación vertebral y el fortalecimiento de los músculos profundos que sujeta la columna.
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Si los ejercicios están bien dirigidos en poco tiempo disminuyen las molestias y con constancia desaparecen y se evitan futuras lesiones.
Marisa Rodriguez